Conducir en Australia


Conducir en Australia es extraño, a veces aburrido, otras estresante, a menudo impactante y casi siempre sorprendente.

En primer lugar se conduce por la izquierda. Esto no es exclusivo de Australia. Hay muchos países donde sucede como por ejemplo Reino Unido, Irlanda, Sudáfrica, Japón, India o Tailandia. En total hay 74 países en el mundo en los que conducen «por el otro lado». Los países en azul somos los raros:

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El primer comentario que se escucha de alguien que nunca ha experimentado antes este tipo de conducción suele ser del tipo: «Esta gente está loca, ¿cómo pueden conducir por el otro lado?». Pero, ¿cuál es el lado correcto? Normalmente pensamos que es otra de esas cosas que los británicos cambiaron en algún momento para llevar la contraria y diferenciarse del resto del mundo. En este caso no es así. Fueron los franceses quienes lo hicieron y la mayoría les seguimos, salvo los británicos que permanecieron con el sistema tradicional.

La Edad Media no fue la época más segura de la historia, así que las personas que caminaban o montaban a caballo por los caminos, lo hacían por el lado izquierdo ya que, de este modo las personas con las que se cruzaban lo hacían por el lado de la mano con el que empuñaban su espada, habitualmente la derecha. Esta práctica se mantuvo hasta la Revolución Francesa, cuando los franceses decidieron cambiarla y comenzar a circular por la derecha.

Lo cierto es que conducir por un lado o por el otro es una cuestión de perspectiva y al final acabas acostumbrándote en un par de semanas. Los principales consejos para conducir por el lado izquierdo de un modo seguro son dos:

  • Utilizar un coche automático. Imaginad tener que cambiar de marcha con la mano izquierda.
  • Evitar las grandes ciudades, al menos al principio.

Siempre he seguido el primer consejo rigurosamente. Es más, creo que nunca volveré a conducir un coche manual, la comodidad del cambio automático es impagable.

Lamentablemente no hice tanto caso al segundo consejo. A la semana de haber llegado, me entregaron el coche en pleno centro de Perth. Me monté a él y apenas tenía que conducir 1 kilómetro para llegar a casa y aparcarlo. Como había estado absorto en el trabajo, no había prestado mucha atención al tráfico durante esa semana. Perth no es ni de lejos la ciudad más caótica del mundo en cuanto a tráfico, pero aún así, se me hizo el kilómetro más largo de mi vida. Desde entonces he mejorado un poco, aunque ¡todavía me puedo llegar a colar en el carril contrario en algún giro a la derecha!

Al principio comenté que conducir en Australia es, a veces, aburrido. Al tratarse de un país enorme y despoblado en la mayor parte de su territorio, conducir por el «outback» puede llegar a ser de lo más insulso. El outback australiano es el territorio interior, remoto y semiárido de suelos rojos totalmente despoblado que ocupa prácticamente la totalidad de la isla.

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Quizá el paisaje resulte curioso las primeras dos o tres horas, con sus caminos de tierra roja y las impactantes puestas de sol. A partir de ahí, lo más interesante que te puede pasar es que te salude el conductor del único coche con el que te cruzas en la última media hora, los carteles de próxima gasolinera a 300 kilómetros o encontrarte con canguros o emus cruzando la calzada.

En una ocasión hicimos un viaje por la costa norte, desde Karratha hasta Broome. Son 830 kilómetros, que se cubren, según Google Maps, en 8 horas y media. Para haceros una idea de cómo de aburrido fue el trayecto, os dejo la foto que le hice al GPS en un tramo en el que dejó de molestarnos con sus indicaciones durante unas 7 horas y media:

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Dijo algo así como: «En 748 kilómetros girad a la izquierda, yo me despido de ustedes dejándoles en el más absoluto silencio». Dicen que los australianos cantan canciones en esos trayectos para matar el aburrimiento. Como nos parecía un poco cursi, sobre todo antes de tener niños pequeños, nosotros contamos todos los chistes que recordábamos, nos inventamos historias, rememoré las adivinanzas, trabalenguas y quiquiricosas de mi abuelo y muchas otras invenciones más que ya no mi me acuerdo. El caso es que, a pesar del abandono de nuestro GPS, lo recuerdo como un viaje ameno.

Por si todavía no conocéis el famoso dicho: «Trabajas menos que un GPS en el outback australiano».

Voy a dejar para más tarde la conducción en Melbourne. Por su peculiaridad y complejidad, merece un post aparte.

Hasta pronto!