Reducir la jornada laboral para aumentar la productividad


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Diversos estudios sugieren que las largas jornadas laborales, a las que estamos tan acostumbrados en España, no son las más adecuadas desde un punto de vista de la productividad. Al fin y al cabo se trata de trabajar de un modo eficiente y para ello no es necesario dedicar más tiempo del necesario. Work smarter, not harder.

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Según un estudio de Femeval (Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana) solamente el 45% de la jornada laboral en España se dedica a actividades productivas, desperdiciando el 55% restante. Quizá en ello tenga que ver el fuerte arraigo del presentismo y escasez del teletrabajo en España, la reducida presencia del empleo a tiempo parcial de calidad en nuestro país en comparación con otros países y el menor porcentaje del componente variable sobre el total de remuneración.

Dentro de este tiempo desperdiciado, adquiere especial relevancia el navegar por internet con fines personales, ya sea para leer noticias, buscar vuelos y hoteles para las próximas vacaciones o consultar las redes sociales. Es algo que afecta sobre todo a los más jóvenes, que han crecido en una realidad en la que es muy difícil separar colaboraciones profesionales y redes sociales.

La cuestión que surge llegados a este punto es si al reducir la jornada laboral este porcentaje se mantendría. Es decir si al pasar por ejemplo de 9 a 7 horas de trabajo diario, solamente el 45% de ese tiempo seguiría siendo productivo.

Esta correlación en la tendencia no se produce, según el informe «Horas de trabajo en el mundo en 2012» de la OCDE. En este estudio se demuestra como la reducción paulatina de la jornada laboral en diferentes países consigue elevar la productividad por encima de ese umbral del 45%.

Por supuesto el impacto en la productividad es limitado. No es posible continuar reduciendo horas de trabajo indefinidamente. En ese caso no habría tiempo material para realizar el propio trabajo. Aunque depende del tipo de trabajo y de cada trabajador, diversos expertos aconsejan que la reducción ideal sería hacia una jornada laboral de entre 6 y 7 horas diarias para maximizar la productividad.

Sin duda vemos que los horarios de 9 a 6 (en el mejor de los casos) fueron implantados de manera arbitraria sin tener en cuenta la productividad. ¿Qué se puede hacer para solucionar este arcaico modelo?

En primer lugar un cambio de mentalidad para eliminar la variable tiempo como factor determinante de la productividad. Esto solo nos lleva al temido presentismo laboral. Los horarios laborales fijos deben desaparecer, para dar paso a horarios mucho más flexibles en los que el trabajador tenga un mayor poder de decisión en los mismos.

En segundo lugar implementar una medición de la productividad de manera continua mucho más objetiva, estableciendo objetivos claros y concisos que el trabajador y la empresa conocen de antemano, revisan su grado de consecución regularmente y actualizan en fechas determinadas. 

Por último ligar una mayor parte de la remuneración a esos objetivos pactados también tiene un gran impacto en la productividad. El trabajador debe ser recompensado por cumplir esos objetivos y no por el tiempo que pase en la oficina.

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