¿Por qué la gestión del riesgo no funciona y nunca lo hará?

Las técnicas de gestión del riesgo abogan por prevenir los eventos indeseables. Como dice el viejo dicho Más vale prevenir que curar. La prevención, actuar antes de que algo ocurra, es más barata que la reacción, actuar una vez el evento ha sucedido. Todos entendemos que ponerse el cinturón de seguridad en un vehículo previene accidentes, que una vez ocurridos son tremendamente costosos en términos humanos y monetarios.

Pues bien, esta prevención solo funciona con eventos esperados como un accidente de tráfico, pero es inútil con eventos altamente inesperados y que curiosamente suelen ser también altamente perjudiciales. Usando la terminología de Nassim Taleb, son los llamados cisnes negros, el impacto de lo altamente improbable.

Según Wikipedia, la teoría del cisne negro es una metáfora que describe un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado, se racionaliza por retrospección, haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera. Algunos ejemplos son el crash bursátil de 1929, el inicio de la Primera Guerra Mundial, los atentados del 11 de septiembre en EEUU, el Brexit y muchos más.

Aunque el propio Taleb ha asegurado que el coronavirus no es un cisne negro porque se podía predecir, lo cierto es que la mayoría de las personas en el mundo no se lo esperaban y nos ha afectado tanto que podríamos considerarlo como tal.

 

Volvamos a la pregunta inicial: ¿Por qué no sirve de nada la gestión del riesgo ante este tipo de eventos?

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Imaginemos que el Gobierno chino hubiera gastado hace unos años miles de millones en investigación de una vacuna sobre un posible virus que en 2020 mataría unas 200.000 personas o más en todo el mundo. Es posible que hubieran anunciado a bombo y platillo la importante suma gastada y la estimación de vidas salvadas. Pero no le hubiera importado a nadie. Posiblemente ni hubiera llegado a los medios de comunicación, ya que las vacunas inventadas o los aviones que no se estrellan no suelen tener hueco en las noticias. El evento no hubiera sucedido y si existiera una oposición política en China, seguramente hubiera criticado un gasto tan elevado para un evento que no sabemos si algún día siquiera iba a ocurrir. No tendríamos manera de comparar los efectos positivos de ese gasto en investigación con los efectos negativos de una enfermedad que nunca ocurrió. Solo tendríamos las estimaciones poco fiables de un Gobierno, que se perderían en el abismo de ruido y desinformación al que estamos ya acostumbrados.

Por esta razón, el gasto en investigación se reduce en muchos países. En general sabemos que progresamos, pero desconocemos todos esos eventos indeseables que nunca sucedieron porque se evitaron gracias a la investigación y al progreso humano. De ahí que no ocurra nada por reducir un poquito cada año la partida destinada a investigar. Solo nos acordamos de ello cuando surge una enfermedad destructiva y nos preguntamos, ¿por qué no se investigó más? Bueno, pues porque como sus efectos positivos pasan desapercibidos, no nos parece importante.

Al hilo de todos estos pensamientos, he leído esta semana un par de tweets muy interesantes. Son estos:

 

“Si el distanciamiento social tiene éxito, será visto por la mayoría como algo innecesario en retrospectiva. Esta es la esencia de la gestión del riesgo y la razón por la que tan poca gente lo gestiona.” — Adam Butler

“Todo lo que hacemos antes de una pandemia se verá como alarmista. Todo lo que hacemos después de una pandemia se verá como inadecuado. Este es el dilema al que nos enfrentamos, pero esto no debería evitar que hagamos todo lo posible para estar preparados.» — Michael Leavitt [Ex secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos]

 

Todo esto nos viene a decir que, si las medidas de distanciamiento social y confinamiento finalmente tienen éxito, a toro pasado se verán innecesarias o exageradas porque nunca se sabrá con certeza el número de vidas que consiguieron salvar. En caso de éxito no podremos contar esos muertos porque nunca murieron. Solo podremos contarlos en caso de fracasar las medidas, ya que entonces sí morirían. Es un enorme y grave dilema y la principal razón por la que una adecuada gestión del riesgo basada en la prevención es prácticamente imposible y siempre lo será, al menos mientras las decisiones estén basadas en la inteligencia humana.

Quizá vuelva a tener sentido en el futuro cuando la inteligencia artificial reemplace a la humana en la toma de decisiones.

Autor: F. Vedriel

Emprendedor y aspirante a experto en Finanzas y Recursos Humanos

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